La formación de la conciencia moral

La toma de decisiones que se tiene implica éticas o morales y reflejan la necesidad de conocer y comprender el proceso mediante el cual se formulan las decisiones y elecciones en el ámbito moral. Como la formación de lo que llamamos conciencia moral depende en gran medida de nuestra capacidad para emitir los juicios correctos.

Lawrence Kohlberg, psicólogo estadounidense estudió lo relacionado con las ideas de bueno/malo, Correcto/ equivocado, justo/injusto. A esta capacidad o habilidad para distinguir lo que está bien y lo que está mal a partir de nuestros juicios se le llama razonamiento moral.

Supone tres niveles que a su vez se dividen en seis etapas o estadios. Así mismo propone la discusión de dilemas éticos como método para estimular el paso de un nivel inferior a otro Superior.

Nivel pre-convencional, razonamiento infantil y egocéntrico a partir del cual se toman las decisiones morales en función de las consecuencias que se pueden prever para Ia acción Así, “lo bueno” es aquello que se premia o recompensa y “lo malo”, lo que se castiga.

Como ejemplo no tomar lo ajeno, las respuestas irán en el sentido de porque mi Papá o quien represente la figura de autoridad me ha dicho que no debo hacerlo y si lo hago, me puede castigar.

En el nivel convencional, propio interés, sino, además, el deseo de ser considerado ‘bueno/a” por las personas que conforman el grupo de referencia y la necesidad de normas para regular la convivencia Continuando con el ejemplo anterior, la respuesta sería más elaborada, ‘Los niños /as bueno/as – o una persona decente en el caso del adulto- no deben hacer eso. Si cada quien hace lo que se le antoja, sería muy difícil vivir tranquilo. La norma viene dictada desde afuera. En este nivel ‘los otros”, tienen pocas posibilidades incompatible con la idea de imparcialidad’

Nivel post convencional, se caracteriza por ir más allá de los intereses grupales para incluir el universo de intereses comunes a la humanidad. Posición en pro de los derechos humanos para toda persona, como podrá ser en el caso de defender el principio de no violencia y respeto al derecho a la soberanía de las naciones. En este nivel ‘los otros”, tienen pocas posibilidades incompatible con la idea de imparcialidad’.

La autonomía moral del sujeto, es decir, la capacidad para auto-normar sus acciones y para hacerse cargo de sus propias decisiones sin necesidad de coacciones o controles externos. Es un ideal ético. Supone la libertad para elegir y asumir aquellas normas sustentadas en principios universalizables.

La justicia sólo se vería realizada cuando todos los dialogantes hubieran desarrollado sus capacidades argumentativas.

La formación de la conciencia moral y la aspiración hacia Ia autonomía moral representan atributos que deben alcanzarse como condición para una vida normal íntegra y una convivencia Justa.

El razonamiento moral en términos de relaciones

Una crítica más a la perspectiva kohlberian es que se ocupa sólo de Ia “voz” de si ¿Estamos obligados a ceder de lo nuestro para atender Ias necesidades de otros?, ¿dónde están los límites de dicha obligación? ¿Hasta dónde somos responsables de los otros y por los otros?

La perspectiva autónoma y la relacional, extrapoladas en el plano de las relaciones entre países, plantean asuntos como el debate acerca de si los países ricos deben o no perdonar la deuda de los países pobres.

Gilligan, propone una secuencia del proceso de maduración del yo desde la perspectiva de Ia relación o cuidado al otro.

La dinámica del razonamiento relacional de Gilligan comprende las siguientes tres etapas:

  1. Egocentrismo,
  2. Abnegación y
  3. Búsqueda del equilibrio entre las necesidades del yo y las necesidades del otro

LA IDENTIDAD Y SUS RELACIONES CON EL DESARROLLO MORAL (Eva Skoe, 1991)

Interacción entre tres componentes básicos,

a) Los referentes culturales de carácter más general,
b) Los procesos educativos y de socialización más particulares y
c) La interpretación individual y relativamente autónoma de la persona.

Es decir, incluye una nacionalidad, una lengua, un grupo familiar y social, y una interpretación propia y única de esos datos de la realidad

Son los individuos quienes con sus decisiones y acciones crean uno u otro tipo de sociedad. Las valoraciones de los individuos guardan una estrecha relación con la identidad o definición que tienen de sí mismos. La realidad puede ser perfeccionada toda vez que los individuos se asuman a sí mismos como seres con iniciativa transformadora.

La actuación conforme a los niveles más altos de desarrollo moral, ya sea en términos de autonomía o en términos relacionales, es posible en aquellos individuos que poseen una identidad bien constituida.

La identidad del yo, cada una de las cinco áreas siguientes: vocación, religión, política, actitudes hacia el papel sexual y actitudes concernientes a la actividad sexual.

Los elementos que intervienen en la construcción de la identidad son las tradiciones, las relaciones cercanas e iniciativa individual).

Asimismo, anotábamos la necesidad de contar con un yo fuertemente integrado para actuar conforme a las propias convicciones; esto es, un yo comprometido consigo mismo, o en los términos de Marcia, fiel a los compromisos que ha elegido para orientar su vida personal y su relación con los demás.

Una identidad bien constituida guarda relación con el desarrollo moral. Descubrir la propia identidad significaría, entonces, tener incorporada una idea del bien, o dicho de otra forma, estar orientado en un espacio moral. Si el primer componente moral de la identidad se relaciona con la dimensión espacial, el segundo apunta hacia la dimensión temporal. Esta idea de tránsito nos conduce a preguntarnos en dónde estamos situados y de dónde venimos, pero, sobre todo, hacia dónde nos desplazamos en el espacio moral.

El segundo componente moral de la identidad: El yo como unidad narrativa, Un yo que encuentra sentido al presente (lo que soy), a partir de lo vivido en un pasado (lo que he sido), y proyectándose a futuro (lo que aspiro ser).

EI tercer componente de la identidad moral se refiere a la dimensión dialógica o relacional del yo. Puesto que un yo no puede definirse si no es a partir de la existencia de un tu, resulta que el ‘yo” y el tu son inseparables.

De acuerdo con Io mencionado hasta ahora, espacio, tiempo y relación serían los tres componentes que configuran la identidad moral o, dicho de otro modo, posición, narración y vinculación.

LA MORAL COMO CAPACIDAD PARA ENTRENTAR LA VIDA. LA IDEA DE ALTURA MORAL

Formula que supone Identidades bien constituidas:

a) han explorado las posibilidades que tienen ante sí para definir emprender sus proyectos vitales,
b) están orientados intencionalmente por la idea de dignidad humana (de sí mismo y de los demás).
c) asumen el compromiso para actuar con valentía y en congruencia con las propias convicciones (dispuestos a hacer lo que les corresponde con el plano individual y social).

Esta construcción de identidades puede potenciarse a través de Ia educación y de los procesos formativos con la medida en que éstos atiendan a dos aspectos básicos:

1. Desarrollar las habilidades deliberativas y argumentativas,
2. Fortalecer la autoestima y el razonamiento relacional, estableciendo conexiones de valoración, acogimiento y aprecio entre las personas

Cualidades y competencias para una vida normal desde la lógica del cuidado

Procurar el desarrollo de estas dimensiones en situaciones formativas ¡implica ¡introducir actividades enfocadas a desarrollar el razonamiento relacional, a propiciar ambientes de aprendizaje en donde se viva un interés genuino por todos y cada uno de los que forman parte de un grupo de aprendizaje, como comunidad de aprendizaje. Rescatar la idea de comunidad significa privilegiar la colaboración auténtica y no la competencia a ultranza como modo de relación entre las personas.

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